Elimina el estrés para que luzcas bella

Tienes mala cara, ¿estás estresada?‘. Seguro que esta pregunta te ha sorprendido en más de una ocasión, seguida de un rápido reconocimiento visual delante del espejo para confirmar lo que tu rostro parece indicar: que tienes estrés. Este trastorno, tan típico en occidente y que en las últimas décadas es padecido en más alto grado que nunca, tiene consecuencias que se manifiestan por dentro y por fuera. En palabras de Ricardo Ruiz, dermatólogo y director de la Clínica Dermatológica Internacional, “la piel y la mente están estrechamente relacionadas”. De ahí que nuestro órgano más grande, la piel, también achaque las consecuencias generadas por el estrés.

Existen comportamientos que podemos identificar claramente con el estrés: cuadro ansioso por falta de sueño, falta de concentración y relajación, cuadros depresivos, ganas de llorar y falta de energía al comenzar el día… “Pero también se puede dejar ver en la piel de muchas maneras”, nos cuenta el doctor Ruiz: acné, rosácea, dermatitis seborreica, psoriasis, uñas quebradizas, hiperhidrosis (sudoración excesiva)… Pueden aperecer en un brote de estrés o empeorar.

Las consecuencias del estrés sobre la piel, sin duda, la afean notablemente y reducen la autoestima por su efecto estético. Pero, además, esas lesiones cutáneas son en sí mismas una fuente de estrés.”El acné, la rosácea, la dermatitis o la psoriasis empeoran al estar estresado; pero, a su vez, hay cuadros cutáneos que producen estrés”, señala. Por ejemplo, el vitíligo o una alopecia pueden disminuir mucho la calidad de vida de un paciente y estresar aún más. Por este motivo es importante que el dermatólogo sea capaz de percibir el componente psicológico de los pacientes.

Continuando con el círculo vicioso del estrés, quien lo padece, además, pierde la motivación (o directamente carece de tiempo) para desarrollar las rutinas necesarias para acabar con sus problemas cutáneos. Incluso, en algunos casos, los empeoran: “También hay pacientes con acné que tienen excoriaciones, es decir, pequeñas heridas que se hacen ellos mismos sobre las lesiones al arañárselas”, completa Ruiz. Así, producen lesiones que dejan marcas permanentes.

El perfil de la piel estresada, además, está relacionado con la disminución de su barrera protectora. De ahí que sea habitual que el cutis se vuelva frágil, sufra cuadros de deshidratación, se vuelva hiperreactivo a los agentes irritantes y más proclive a padecer infecciones. En una piel permanentemente deshidratada se acentúan las arrugas y la flacidez por lo que se ve mucho más envejecida. Sí, en efecto, el estrés envejece.

Deshacer ese círculo vicioso de estrés y mal estado de la piel es esencial para empezar a mejorar por dentro y por fuera. Existe un estudio del doctor Fried, de la Academia Americana de Dermatología, que concluye que controlar el estrés puede ayudar a la gente a mejorar el estado de la piel. Este especialista concluye que si se combinan las terapias dermatológicas tradicionales (como los alfa hidroxiácidos -AHA-, ácidos extraidos de las frutas con efecto peeling que combaten el acné, las arrugas y la piel apagada) con psicoterapia, meditación, hipnosis, tai chi, yoga o antidepresivos la mejora es sustancial. De este modo, el paciente que empieza a apreciar una mejoría externa también estará más seguro de sí mismo y se encontrará más motivado para seguir por este camino de recuperación.

Pero el estrés no solo afecta nuestra piel. También lo hace a nuestro pelo en forma de alopecia o con la aparición de canas. Según un estudio de la Universidad de Kanazawa en Japón, el estrés “es capaz de volver el pelo blanco a través de los daños que causa en las células madre de los folículos pilosos”. De ahí que muchos presidentes de Gobierno juren el cargo sin canas y dejen su cargo con el pelo completamente blanco. Y por si esto no fuera poco también puede favorecer la aparición de várices en las piernas. Está claro que no hay mejor truco de belleza que estar relajado.

Fuente: Por la Redacción de El País, España

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