Mitos de los Gatos

Hay un dicho que reza algo más o menos así: “Dale comida a un perro y pensará que eres un dios. Dale comida a un gato y pensará que él es un dios”.

Aunque aquí reina la hipérbole, esa idea tampoco está tan lejos de la realidad porque con los gatos pocas veces las reacciones son neutrales. O los aman o los odian; o los entienden casi al punto de venerarlos o los repudian con coraje.

A ellos parece no importarles, aunque mejor dicho, no les importa. Van por ahí con sus pupilas verticales, con sus bigotes que parecen pintados, con su elegancia de patitas precisas, con sus caricias repartidas a cuentagotas, con sus pelos largos o cortos, con su agilidad que no para de sorprender y con esa libertad que llevan tan cómodamente. Son gatos, son libres aunque tengan dueño y así como han sido protagonistas de incontables historias de ficción y verdad también lo son de una cantidad de mitos que muchas veces poco o nada tienen que ver con su naturaleza.

Mitos comunes

Que se les puede dar comida de perro.

Grave error, los gatos requieren una dieta muy distinta a los caninos, pues esencialmente son carnívoros y los perros no.

Que siempre caen de pie.

No es cierto. Aunque desarrollan un gran balance, necesitan de cierta distancia para lograr un balance perfecto en el aire.

Que no se pueden pasear como los perros.

Si el gato se acostumbra desde pequeño se puede pasear. Dependerá también de la personalidad del gato y de cómo responda a la experiencia.

Que odian el agua.

Hay gatos que no pueden ver una gota, otros nadan felices. En cuanto al baño, la clave está en acostumbrarlos desde bebés.

Son totalmente independientes.

No es cierto. Aunque son muy limpios y pasan largas horas del día durmiendo, necesitan atención y cariño como cualquier otra mascota.

Ven fantasmas.

Sus curiosas reacciones ante cosas que no podemos ver no son más que señales de sus agudos sentidos. Nada más.

Los gatos no aprenden.

Falso. El hecho de que no exista una tradición de entrenadores como con los perros no significa que no puedan aprender. Son animales muy inteligentes que pueden ser entrenados con estímulos tradicionales.

Es mejor tenerlos fuera de la casa.

Lo ideal es ubicarlos en espacios interiores. El gato puede adaptarse al espacio en que se ubique y así se pueden evitar enfermedades.

Que no pueden convivir con perros.

Falso. Lo ideal es supervisar su interacción al principio, pero en esencia pueden adaptarse.

Una mujer embarazada no puede tener gatos.

La única precaución que debe tenerse en cuenta es evitar que la mujer embarazada limpie la caja de arena para evitar bacterias. Más allá de eso no hay ningún problema.

Fuente: elnuevodia.com

Deja tu comentario